martes, 23 de octubre de 2012

Un "despertar" inimaginable

Sentada en su escritorio, no separaba su vista de la pantalla del ordenador que la consumía por dentro. Solía pasar horas y horas atada a esa máquina que lejos de acercarle el mundo, le distaba cada día más de su familia. El exceso de trabajo siempre fue una merma en su relación, nunca supo separar lo personal de lo laboral, por eso y sólo por ese motivo, ahora se enfrentaba a un divorcio que no tenía vuelta atrás. Se sentía tan desgraciada que no podía dejar de mantenerse ocupada y el ordenador soportaba esa tensión que sólo el trabajo era capaz de aliviar. Mientras mantenía ocupada su mente se olvidaba de pensar en los problemas que se le venían encima con su nueva situación. Sin ser consciente de ese cambio radical al que se enfrentaba, pasaba el tiempo tratando de negar lo evidente. La soledad había inundado su vida y así permanecería de no remediarlo.

Pero, una soleada mañana despertó con un cambio de actitud inimaginable para esa familia que tanto había reclamado su presencia. No sabía qué ni quién había originado ese "despertar" ante el mundo real, mas decidió no averiguarlo. Volvió a renacer, a disfrutar de la vida y de los pequeños momentos que la hacían feliz junto a su familia. Siempre recordó aquella etapa de su vida como un mal sueño del que, felizmente, logró salir a tiempo. Jamás habló a nadie sobre esa temporada en la que se sintió sumida en el abismo de una incontrolable locura y en las tinieblas de la depresión. Ahora era completamente feliz. Sin saberlo, un aire fresco que entró por su ventana esa mañana la salvó del más triste de los finales. Pero nunca reparó en ello. Ese pequeño y a la vez gran empujón dio un giro de 180º a su vida y siempre estaría agradecida por esto.

martes, 25 de septiembre de 2012

Soledad

Soledad decidió salir a pasar la tarde en la montaña, para pensar y disfrutar de la naturaleza que le regalaba aquel lugar de ensueño. Vivía desde hace unos meses en un pequeño pueblo del norte de irlanda, algo rudimentario pero, sin duda, acogedor y hospitalario. Llegó con una gran necesidad de vivir la vida intensamente, lejos del caótico panorama que sembraba la ciudad de Londres en cada esquina. Una fobia a vivir en sociedad le había apartado, de repente, una mañana de su rutinaria y estresante vida de empresaria adinerada. Desde ese momento, lo dejó todo y se marchó para escapar de aquella triste realidad que se desvanecía en un enorme abismo.

Nunca volvió a aquella ciudad de gigantes edificios y rocambolescas escenas cotidianas de gente sin "materia gris". Desapareció sin dejar rastro ni huella visible de su existencia. Sin dar explicaciones ni a su familia ni a sus amigos. Aprendió a vivir en la más absoluta soledad, rodeada de árboles centenarios y únicamente acompañada por el suave susurro del viento y por el sonido de los pájaros. Nunca más tuvo noticias de nadie conocido ni recibió visita alguna de sus allegados. Pero no necesitaba nada más para disfrutar de la vida. Sus recuerdos permanecían imborrables en su memoria y cada vez que sentía nostalgia recordaba sus experiencias vividas.

Soledad se acostumbró a no echar de menos a nadie, a no comunicarse, a vivir cada día como su fuera el último de su existencia. Eso sólo era posible hacerlo en aquel solitario pueblo que la había acogido cuando más lo necesitaba. Nada quedaba ya de su vida pasada, sólo los restos de una vida infeliz de la que había logrado escapar a tiempo. Ella sólo deseaba soledad, la soledad de un espíritu libre liberado de la rutina y del caótico mundo de la civilización.

jueves, 6 de septiembre de 2012

El reencuentro


Se despertó con el corazón acelerado, latiendo a cien por hora, como si acabara de tener una horrible pesadilla. Aquella noche soñó que se volvían a reencontrar. Había pasado muchas noches en vela mirando la luna sentada junto a la ventana, ensimismada, anhelando poder estar junto a él. Nunca antes había soñado con ese reencuentro, aunque empeñó todas sus fuerzas alimentándose de los recuerdos vividos junto a él. Esa noche fue especial, pues el sueño que parecía un sueño lo había vivido con tal intensidad que incluso parecía real.

Hacía meses que no lo veía. Él se había tenido que marchar del país por trabajo. España estaba sumida en una gran depresión económica y las esperanzas de encontrar trabajo cada vez iban siendo más nulas. Con gran tristeza tuvo que dejar a su esposa y a su hijo para marchar en busca de la tierra prometida. Alemania parecía ofrecerle mejores posibilidades y estabilidad económica, pero ella tenía que permanecer atada a esa televisión local en la que había sido contratada hace diez años en plantilla fija. 

En la vida hay decisiones que cuesta tomar, pero ésta había sido, sin duda, la más difícil de su vida. Llevaban casados quince años, luchando contra viento y marea para que la relación fuera sobre ruedas. Nada impidió que fueran felices en todo este tiempo. Pero ahora, había una gran distancia entre ellos, y eso le reconcomía la cabeza una noche tras otra sin lograr conciliar el sueño. Confiaba en él, sabía que la situación era temporal hasta que las cosas fueran mejor, sin embargo, no tenía fuerzas para seguir adelante sola. 

Cada noche miraba la luna, que le recordaba a tantas noches que había pasado junto a él observándola entre un manto de estrellas. Se sentía amada pero la distancia empezaba a hacer mella en sus sentimientos. Se escribían a menudo, pero se llamaban en contadas ocasiones, pues la factura engordaba de una manera brutal cada minuto que pasaba. 

La distancia se hacía cada día más insoportable de manera inexplicable. No vivía, no comía, no dormía; no era feliz. La felicidad se la había arrebatado la cruel y tremenda crisis que estaba asolando todo el país sin distinguir de clases sociales. No tenía motivo para quejarse, al fin y al cabo, tenía una casa y un hijo al que criar, y no lo estaba haciendo nada mal. A veces en la vida no podemos tener todo lo que queremos, por ello, hay que alegrarse por lo que tenemos y disfrutarlo sin complicaciones.

Quedaban dos meses para que volviera su marido. A veces no estaba segura de si él volvería. Quizás Alemania fuera un bonito lugar para vivir y, de repente, por algún motivo, él decidiera continuar su estancia en aquel país extraño que estaba aprendiendo a conocer a golpe de sufrimiento. Quizás sólo eran pensamientos negativos motivados por su ausencia. Él estaba deseando volver a ver a su familia, no cabía duda. Estamos tan acostumbrados a pensar en el futuro y en las cosas que anhelamos con todas nuestras fuerzas, que se nos olvida disfrutar de cada maravilloso instante que el presente nos aguarda para sorprendernos con las maravillas de la vida. 

Desde esa noche, ella dejó de soñar con su ansiado reencuentro y aprendió a disfrutar de la vida en todo su esplendor, pues aprendió una gran lección. Si de vez en cuando disfrutáramos de las pequeñas cosas que la vida nos regala, seríamos un poquito más felices cada día.

lunes, 13 de agosto de 2012

Dos horas de espera en la estación


¡Oh, no! Ahora tendré que esperar dos horas a que salga el siguiente autobús. Si hubiera salido un minuto antes habría llegado justo para cogerlo a tiempo, pero la vecina me paró al salir de la casa de mi madre para preguntarme por mi gato -que anda algo enfermo- y no tuve más remedio que contestarle. Al fin y al cabo, Manuela se preocupa mucho por Pitufo, es muy lindo y cariñoso con ella cuando viene de visita a casa. Es una buena vecina, pero ahora tengo que esperar dos largas y aburridas horas en la estación a que llegue la hora de irme en el autobús.
Miro el reloj con impaciencia y deseo con fuerzas encontrar algo interesante para hacer durante el tiempo de espera. Odio las estaciones de autobuses. Nunca sabes qué hacer ni sabes a cuánta gente conocerás. Siempre encuentras a alguien que te cuenta su vida o el motivo de su viaje. Por eso, estos lugares tan transitados por tanta gente, llenos de bullicio y caos nunca me han gustado. Sólo hay gente con prisas corriendo de un lado a otro, caras largas de aburrimiento y miradas al frente que parecen observar pero sólo están anonadadas. Hoy puede ser un buen día, quizás conozca a alguien interesante o quizás me aburra más que una ostra. No desesperaré.
Paso varios minutos sin saber qué hacer. Pregunto si existe otro autobús que me deje en un pueblo cercano y haga conexión con mi destino, pero nada. Mis ganas por llegar a casa son enormes y van aumentando cada vez más por el calor incesante. Pero no hay otra opción que esperar. 
Me compro una revista sobre psicología, uno de mis temas favoritos. Este número habla sobre la química y el amor. Mmmm…el amor. Me encanta. Últimamente el amor es un tema que me interesa, quiero saberlo todo sobre este maravilloso sentimiento que desde hace varios meses recorre mis sentidos. Poco a poco voy sumergiéndome y evadiéndome del bullicio de la estación adentrándome en los reportajes y consejos para ser feliz con tu pareja. Pero, ¿por qué me interesa tanto el amor? No lo entiendo. Será porque llevo seis años casada y mi matrimonio no está pasando por su mejor momento. Lo utilizo como forma de evasión o quizás es una llamada de atención de que algo no va bien. Nunca antes hasta ahora había considerado la opción del divorcio. Dejo mi mente en blanco por unos segundos.
Ahora miro a mi alrededor, sólo veo gente sentada en los bancos separados entre sí como si tuvieran miedo a tocarse o quizás por algún motivo que, en realidad, ni ellos mismos saben. Advierto que cada persona está en su pequeño mundo, unos escuchan música, otros miran el reloj cada cinco minutos, otros hablan por teléfono, otros leen libros o revistas, otros beben agua –como para no beber con 40 grados de temperatura ambiente- o simplemente observan a los que pasan por su lado. No hay sentimientos, no hay conversación entre ellos. Quizás muchos prefieran aislarse en su pequeño mundo y no hablar con nadie. Tendemos erróneamente a pensar que si alguien que no conocemos nos habla con total naturalidad o nos cuenta su vida, está loco. Pero no nos hemos parado a pensar que quizás esa persona está sola en el mundo y necesita que alguien le escuche o conversar durante unos pocos minutos.
Vuelvo a poner la vista en mi revista mientras olvido de nuevo que estoy en medio de una ruidosa estación de autobuses con un calor que derrite. De repente, escucho la voz de un hombre pidiendo ayuda que grita con desesperación a otro hombre que se queda perplejo a su lado y se marcha sin mediar palabra. Observo incrédula la situación. No doy crédito. Los viandantes que pasan a su lado no se paran ni un minuto para contestar al pobre hombre que tan sólo quiere saber cuál es el autobús que tiene que coger. Inexplicablemente me quedo parada, no sé qué hacer. El desesperado hombre va acompañado de una mujer que, como él, es ciega. De repente, me viene un flash. Recuerdo que hace mucho tiempo, puede que años, viajé en el mismo autobús que esta pareja. ¡Qué cosas tiene la vida! Me acerco sin dudarlo y les digo que están frente al autobús que buscan pero que el conductor aún no ha llegado. Me limito a tranquilizarles. Cuando llega el chófer les conduzco hacia la puerta del autobús y me agradecen enormemente el gesto. Miro a mi alrededor. Nadie parece haberse percatado de la situación. ¡Qué mundo tan egoísta!
Ahora, mi evasión con la lectura de consejos amorosos cobra mayor vida. Ya queda menos para que salga mi autobús. Nueva interrupción. Un hombre de unos sesenta y cinco años se sienta a mi lado rozando su hombro con el mío –algo que me parece un poco incómodo, dado que es un desconocido- pero no le digo nada. Nada más sentarse, intenta entablar conversación conmigo y dejo de leer mi revista por respeto. Parece un hombre amable, me hace preguntas y yo le respondo cortésmente. Durante diez minutos intercambiamos visiones de la vida. Después, se marcha a casa. Me dice que sólo había venido a preguntar por unos horarios, me desea buena suerte en la vida y se despide. ¡Y pensar que al principio pensé que se trataba de un loco! Primeras impresiones, qué malas son.
¡Es la hora! Me apresuro a comprar el billete y me siento entre los últimos sitios del vehículo. Miro por última vez desde el cristal la estación de autobuses como un cruel espejo de la impersonalidad, individualidad y sociedad de masas que no concibe a los demás como objetos llenos de valor. Me pregunto en qué pensarán aquellos que permanecen sentados, cabizbajos, mirando hacia ningún lugar… Me da la impresión de que se pierden todo un mundo de experiencias. Un día o unas horas en aquel lugar de tránsito humano puede aportarnos mucho, sin duda.
Por fin, llego a mi casa. Llamo a mi madre por teléfono para decirle que he llegado. Pienso en lo intenso que ha sido el día antes de echarme en el sofá a dormir un rato. A partir de ahora no me importará esperar unas horas en la estación de autobuses. Nunca se sabe qué interesante historia te puedes encontrar detrás de cada rostro, de cada persona que está esperando al autobús que le lleve a su ansiado destino. Cuando vuelva a visitar a mi madre le daré las gracias a mi vecina Manuela por haberme entretenido aquella mañana, porque, sin ser consciente, ese día -que comenzó con tropiezos- sólo fue un desafío más para aprender que las pequeñas cosas que nos encontramos a lo largo de nuestra vida son las que nos hacen más felices y humanos. 

lunes, 6 de febrero de 2012

Manifestación multitudinaria contra los recortes en Alicante


Cientos y cientos de personas se congregaron el pasado día 26 de enero en Alicante para manifestarse contra los recortes efectuados por el Consell con su famoso "decretazo" del 5 de enero, con el que la calidad de los servicios públicos se verá reducida en gran medida, tanto la sanidad, la educación como el funcionamiento de las administraciones públicas y servicios de emergencia como los bomberos y los servicios de información públicos como la televisión autonómica (Canal 9). En Alicante se respiró un ambiente agradable que acompañó varias horas a esas cientos de personas con espíritu de lucha que gritaron y corearon sin cesar originales lemas "made in indignad@s por los recortes en los servicios públicos". Y se logró una gran manifestación en las tres provincias de la Comunidad Valenciana; en Alicante se contabilizó de forma oficial la increíble cifra de 50.000 personas, una cifra que nadie recordaba haber visto en una protesta general desde la gran manifestación con motivo de los atentados del 11 de marzo de 2004. Pero dicen los afectad@s por los recortes e indignad@s -perdón por utilizar esta palabra- que no fue más que un precalentamiento y que lo mejor está por llegar. Esta gran multitudinaria manifestación no es la última de la larga lista de acciones contra el Decreto del Consell, que ya han comenzado en muchos centros escolares de la comunidad, ya que los afectados insisten en que no se sentarán a negociar mientras no sea retirado -algo que no está muy claro que suceda, para disgusto de muchos, aunque todo es posible...
Sin embargo, ante la ola de protestas, concentraciones y manifestaciones de profesores, alumnos y padres contra estas medidas de ajuste, la cuestión es que "todavía" no se ha manifestado el Gobierno valenciano. Me temo que no se ha debido percatar de todos estos acontecimientos que han copado las portadas de algunos medios de comunicación regionales, y eso -como siempre me solía decir una querida amiga- "no es trigo limpio". La respuesta parece tan necesaria y esperada a la vez por tantos ciudadanos, por la dignidad de los trabajadores públicos y para exigir el máximo cumplimiento de nuestros derechos básicos a la sanidad, educación y un largo etcétera.
Tantas personas unidas para un mismo fin no debería ser omitido por las autoridades del Gobierno valenciano ni del central. Con los tiempos que corren es definitivamente complicado reunir para un mismo fin de protesta a una inmensa y diversificada cantidad de personas que se sientan tan identificadas como para unirse de este modo. Pero se ha conseguido y se consigue día tras día en los centros escolares, en los hospitales, en los lugares donde la "tijera" del señor Presidente de les Corts, Alberto Fabra, recortará por doquier lo que encuentre a su paso sin mayores miramientos. Cada cual juzgue por sí mismo y decida con su propio criterio el abanico de posibilidades de ahorro que pudiera existir al margen de los recortes en los derechos de primera necesidad como los que ha planteado el Consell. Que probablemente los encontraremos si atendemos a los "despilfarros" continuos que practica la  Generalitat, sus consellers y ayuntamientos con el dinero de todos los ciudadanos. Y concluyo esta pequeña reflexión recordando una frase sincera, cierta y aplicable a todo el panorama que nos rodea hoy día: "omitir no significa mentir, pero quien omite la verdad al final acaba mintiendo".

jueves, 19 de enero de 2012

2012, el año de las medidas “urgentes”

Este va a ser, sin duda, el año de los “recortes”, de las “medidas urgentes” para reducir el déficit, de la “negra crisis”, de los despidos y EREs… No quiero pensar lo que se nos viene encima, pero creo que nada bueno para los ciudadanos.
Y es que hace escasos días, el Presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, según publicaron diarios de tirada nacional, ante "los problemas de liquidez", se ha visto abocado a tomar dos decisiones que a priori no estaban en el ideario del PP: subir los impuestos y reducir el salario de los funcionarios. Me temo que esto no es moco de pavo, ya que estamos hablando de duros recortes e impuestos que nos van a vaciar los bolsillos a más de uno y a miless de valencianos que no tienen ni para pasar el día a día, que han aprendido contabilidad y han apretado su cinturón hasta más no poder para hacer cuadrar sus "ajustadas" cuentas, entre otras cosas, para evitar que el banco les quite la casa, pagar las interminables facturas y darle una vida digna a sus hijos.
Antes de las elecciones, en plena campaña electoral, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, prometió “no tocar los tributos” hasta la saciedad. No tienen más que mirar los diarios y la hemeroteca para verlo. Convencer a los ciudadanos del voto no fue tarea difícil, muchos quisieron salir de esta situación de crisis aunque de ello dependiera apretarse el cinturón y perder hasta diez tallas de pantalón. Además, para más inri, el Gobierno valenciano aseguró ante los sindicatos que no iba a recortar salarios a los trabajadores públicos. Pero, como siempre, y para decepción de los ciudadanos, no ha cumplido absolutamente nada; pero a mí no me sorprende, debo reconocerlo.
Por otro lado, el Consell ha impuesto de cara al nuevo año- como la cuesta de enero es “fácil” de sobrellevar- diversas medidas de ajuste, entre ellas, la subida del IRPF y la subida del carburante. El primero, es un recorte de 258,2 millones de euros durante dos años que afecta sobre todo a los funcionarios del sector sanitario y educativo, que implica una subida directa del tramo autonómico del IRPF, en dos nuevos tramos correspondientes a las rentas más altas a partir de los 120.000 euros que permitirá recaudar 28,2 millones de euros. El otro, es el denominado “céntimo sanitario”, que se lleva a su límite máximo, con 4,8 céntimos por litro de carburante para recaudar 98,11 millones. Pero, ¿dónde vamos a llegar? La ironía es que mientras al trabajador de a pie nos va a costar más llenar el depósito por el hecho de que vivimos en la Comunidad Valenciana, el Consell no ha dicho nada acerca del impuesto sobre el Patrimonio alegando que “no es el momento”, mientras, además, el vicepresidente del Consell, José Ciscar, apela al “sacrificio” de todos los ciudadanos para que nos quedemos conformes y no nos duela tanto esta medida. Me pregunto por qué siempre pierde el que tiene menos y gana siempre el que tiene más. Este mundo nunca llegará a una balanza equilibrada con un reparto equitativo; puede que más bien sea una utopía. No podemos seguir en esta dinámica de mercados donde los países se arriesgan cada segundo a caer como fichas de dominós uno detrás de otro. Es inevitable y perceptible que hemos tocado fondo y ahora toca resurgir, como un ave fénix renace de sus cenizas.
Si no se suben los sueldos- sólo hacen más que bajar- y sólo se imponen impuestos y más impuestos, no sé a qué punto vamos a llegar. Pero la gente se acabará cansando, y muchos de los que nunca han participado en manifestaciones ni han ido contra el sistema, puede que cambien de parecer y se unan a los muchos que ya han comenzado a protestar en las calles; porque han visto que estar callado no sirve de nada.
Me temo que las predicciones de los Mayas sobre que el 2012 será el fin de los tiempos se verán cumplidas si este desolador panorama no cambia y da un giro. Auguro un año negro, de “recortes” por doquier, de “despidos” sin prestaciones, de gente sin vivienda malviviendo en las calles o albergues, de “ajustarse el cinturón” hasta morir. En definitiva, este año debemos ser más positivos que nunca, más solidarios, más luchadores por nuestros derechos, más trabajadores cobrando menos, y querernos todos más que nunca, porque el amor no se compra ni se vende y es necesario para vivir. Al menos, todas esas cosas inmateriales son muy valiosas y a veces mueven más montañas que el dinero mismo. Por eso, nos espera un año de emociones y de duro trabajo para sacar a España adelante, con o sin recortes; pero siempre debe prevalecer el respeto a las personas y sus derechos sociales tan básicos como la educación, sanidad y una vivienda digna, entre otros muchos. Derechos de los que nunca debemos ser despojados. Si bien y como conclusión debo decir que me temo que otro modo es posible…

miércoles, 4 de enero de 2012

Un año sin Koría


Hace ya un año sin la presencia de Koría, pero nuestro corazón sigue luchando para que regrese, para que consiga nuestro mayor deseo y suyo propio, que no es otro que decidir en libertad, como así dictan los Derechos Humanos que protegen a toda persona nacida en cualquier lugar y rincón de la Tierra. Un año son 365 días, muchos más largos y eternos son cuando se viven a la espera de noticias, de que todo se resuelva o de una simple llamada de esa persona que te haga saber de su estado de salud. Mucho tiempo ha pasado desde que Koría se marchó a los Campamentos de Refugiados Saharauis de Tinduf, con su  familia de acogida para visitar a su familia tras 10 años sin poder hacerlo -por una serie de cosas y trámites que no cuestionaremos y que son ajenas a la familia de acogida- con el sueño y la ilusión de volverse a encontrar con sus familiares, su abuela, sus padres...un sueño que el último día de visita se truncó en tan sólo un abrir y cerrar de ojos.
Esta historia ha recorrido todos los pequeños rincones del país, de la mano de todo el pueblo de San Miguel de Salinas -su familia de acogida, amigos, compañeros de clase, vecinos, gente que se ha solidarizado con este caso sin conocerla...- que se ha echado a la calle para pedir justicia y gracias a esa gente anónima que ha creído en la injusticia de este caso y en que lo justo es que Koría decida en libertad. Porque Koría no es una joven cualquiera, ya que tiene una miocardiopatía no compactada y anemia ferropénica crónica, y necesita de medicinas añadidas a una alimentación saludable en buenas condiciones para sobrevivir.
Un gran punto de apoyo para la familia de acogida ha sido la Comisión para la Libertad de Koría, varias personas altruistas y solidarias del pueblo que, nada más conocer el caso, se organizaron ayudar a éstos a afrontar los trámites e instrumentos de lucha como gran pilar de sujeción para conseguir el fin de que Koría decida en libertad, y a través de una página de Facebook, a través de esta red social se ha dado a conocer en todo el mundo. Desde aquí, quiero hacer un balance de todas las cosas que se han hecho gracias a la colaboración de muchísima gente y con la lucha indiscutible de la familia de acogida de Koría: una gira benéfica de teatro por los pueblos de la comarca de la Vega Baja y de Murcia "Me ha hecho poeta la vida" de Miguel Hernández interpretada por el grupo teatral ”Los Impuntuales” al que pertenecía Koría, escuchándola en voz en off; una amplia campaña de recogida de firmas por los diferentes pueblos de la comarca y de muchos lugares de España; una gira de presentación del libro benéfico "Melankoría" escrito por Tomás V. Martínez e ilustrado por Paco Sáez, en el que ha colaborado el escritor Juan Navidad aportando su sello editorial y la periodista Ángeles Cáceres. Así como el último evento que tuvo lugar hace unas semanas, organizado por los alumnos del IES Los Alcores de la localidad - un festival benéfico - con el lema "Koría, te esperamos".
A mediados de junio, la Comisión por la Libertad de Koría entregó 17.350 firmas -conseguidas en el impresionante récord de 5 meses- en el registro del Congreso de los Diputados, dirigido a la Comisión de Peticiones del mismo, y desde entonces los trámites han seguido su curso, así como parte de la gran lucha ha sido las diferentes entrevistas personales de la Comisión por la Libertad de Koría, con los altos cargos en España del Frente Polisario, por citar algunas. También podemos decir que ha existido una gran aparición mediática en televisión y prensa comarcal y regional, así como en diarios de tirada nacional, apoyando la libertad de Koría.
El mayor de los destapes de las entrañas de esta situación y de esta historia la protagonizó el reportaje de Mercedes Milá en su programa "Diario de...", donde un resumen breve pero minucioso de todo lo ocurrido nos hace ver de nuevo que se trata de una injusticia que debe resolverse con la mayor brevedad. Los medios han sido el grito de esperanza y de hacer saber a todo el mundo que Koría debe decidir en libertad y debe decidir su futuro ella misma, que ha sido privada de su ansiada libertad de decisión...
Por ello, han sido unas fechas muy delicadas. Hace un año desde que Koría se marchó con la ilusión y las ganas de ver a su familia en Tinduf para después regresar a España y seguir estudiando, para labrarse un futuro y así ayudar a su familia y su pueblo. Pero ese sueño se le truncó desde el momento que su propia familia biológica le privó de su libertad y fue retenida en  los Campamentos de Refugiados de Tinduf, sin sus medicinas y en condiciones nefastas para su salud. Quiero remarcar que Koría no es propiedad de nadie, es una persona -ahora mayor de edad pues tiene 18 años- pero no se está luchando por egoísmo de querer tenerla, sino por que ella es la que debe decidir en libertad su futuro. Ha sido una respuesta unánime y a gritos ante el modo de actuar de la familia biológica que no ha sido plausible, evidentemente, negando una simple llamada, poder visitarla o ver por unos minutos a Koría, resistiéndose incluso a dar noticias sobre el estado de la joven y a recibir medicinas para ella...
Todos los que hemos creído en esta injusticia y hemos luchado para hacer presión y dar a conocer este caso a través de las campañas organizadas, seguimos teniendo la esperanza de que pronto todas las aguas volverán a su cauce, de que Koría regresará para seguir su vida y continuar sus estudios y tratamiento médico, que nunca debió pausar de forma involuntaria. Porque todos los que la conocemos sabemos que estará día a día librando su propia batalla de justicia y que tiene la firme esperanza de que el final de esta historia está por acabar...de eso estamos seguros. Desde estas líneas quiero dar mucho ánimo a la familia de acogida, desde lo más profundo de mi corazón, porque sé que uniendo todas las esperanzas y fuerzas de todos aquellos que luchan por esta causa, se pueden conseguir muchas cosas, como así se ha demostrado. Porque todos unidos tenemos un único deseo unánime, gritado al viento, que día a día es transportado como mensaje de ánimo y apoyo al recóndito lugar del desierto saharahui donde se encuentra Koría, que no es otro que: “Koría, te esperamos"...